miércoles, 13 de febrero de 2008

Los discos, de vinilo, por supuesto

Todavía no existían los Compact Disc que nacieron en 1980.

Usábamos, teníamos, gozábamos los vinilos. Los LP,s. con sus impresionantes carpetas, generosas en información y fotos. Algunas ediciones con doble carpeta, como el mítico Come,s Alive de Peter Frampton o el I Robot de Alan Parson's Project.

Los LP,s eran muy bonitos pero muy pesados. Si. Pesados. Alguno de mi edad recordará cuanto pesaba una caja llena de LP,s., en alguna mudanza, por ejemplo.

Los discos se escuchaban (con las frituras y ruidos propios de su sexo), se prestaban, se rotulaban, se firmaban y, finalmente, se perdían.

Los Long Play eran caros, especialmente para nosotros, estudiantes de Llerena con un incierto futuro. Pero los compartíamos. Algún afortunado tenía equipo para grabarlos en cintas de cassette y los pasaba a la peña. Lo mejor era escucharlos con los amigos y comentarlos en las tertulias de la Plaza, La Casineta o en los parques.

Conseguir discos en Llerena no era nada fácil, y sobre todo de la música que nos gustaba. Había que aprovechar la ocasión de que alguien hiciera un viaje a Badajoz, Sevilla o Cáceres. Si bien hay que señalar que en Zafra si que había una tienda de discos, pero también era un viaje largo para nosotros.

Yo he salvado del naufragio del tiempo unos 200 vinilos. Ya no los oigo aunque dispongo de dos platos y del equipo adecuado. Los conservo como una "fotografía física" como un homenaje hacia aquel entrañable soporte.

Algún día venceré el temor y sacaré algunos de la estantería para verlos. Digo temor porque seguro que me entristece la nostalgia al manipularlos de nuevo.

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